La horda de simpatizantes enardecidos queriendo agredir a sus hasta hace pocas horas ídolos no es casual.
¿Fueron llevados? No.
Es un espejo de lo que es nuestro país, tan empobrecido hasta niveles casi haitianos.
Para que la sociedad deposite todas sus frustraciones en un simple y vulgar partido de futbol, habla mal de Argentina. Habla de algo grave: las instituciones, poderes, y tejido social están hechos mierda. Y cuando todo está para el carajo, solamente queda el futbol como válvula de escape para conseguir algo de dignidad, felicidad, etcétera.
Y si el equipo de futbol del que uno es hincha o simpatizante anda en desgracia, la vida ya no tiene sentido.
Sino, que quede como ejemplo los suicidios en masa luego de la final del mundial de 1950 en Río de Janeiro cuando los uruguayos dieron el batacazo más grande de la historia del futbol.
SEÑORES, SI EL FUTBOL PROVOCA ESTOS DESMANES, ALGO DE NOSOTROS ESTÁ COMO EL OJETE.
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